La mujer demandó al Estado por negarle la deducción de impuestos a la que tendría derecho de haberse casado con un hombre
Edith Windsor, tras conocer la sentencia ./ Reuters |
"Si he tenido que sobrevivir a Thea, ¡qué manera más
gloriosa de hacerlo! Ella estaría muy agradecida. Gracias a todos", ha
dicho emocionada y emocionante en una rueda de prensa en Nueva York
minutos después de conocerse la decisión del Supremo, que declara
inconstitucional la definición de matrimonio exclusivamente entre hombre
y mujer que defendía la Ley de Defensa del Matrimonio (DOMA).
A los 84 años, la tenacidad de Windsor ha conseguido una
jornada histórica en la lucha por los derechos de la comunidad LGBT,
pues los matrimonios homosexuales no disfrutaban hasta hoy de los mismos
derechos que los heterosexuales ante las leyes federales en cuestiones
como inmigración, sanidad o régimen fiscal. "Tengo ante mí un pedazo de
historia. Estoy orgullosa, muy orgullosa", ha dicho, tras reconocer que
al principio no pudo articular palabras, sino simplemente dejar las
lágrimas correr porque "a partir de ahora, los que no lo creían verán
que amamos y sentimos igual que ellos".
Windsor había interpuesto una demanda para recuperar los
363.000 dólares de impuestos de patrimonio que la ley federal de EEUU le
obligaba a pagar al no reconocer su matrimonió en Canadá dos años
antes. "A los ojos de mi país, Thea no era mi esposa legal, sino que era
considerada como una extraña sin relación conmigo", ha dicho, para
añadir: "No tendría que haber pagado ese dinero si me hubiera casado con
un hombre llamado Theo" ha dicho haciendo uso de su llamativa agilidad
mental y su infatigable sentido del humor. "Hay toda una nueva
generación que piensa que ya no hay discriminación, para todavía la hay.
Espero que sea el final de muchos suicidios y el principio de muchos
adolescentes enamorándose y pensando que hay un futuro para ese amor",
dijo.
Ella misma vivió "dentro del armario" durante décadas
mientras trabajaba en las oficinas de IBM, por lo que también ha
enfocado su victoria hacia la lucha no solo al rechazo ajeno, sino al
propio. "Mentí durante mucho tiempo. Cuando nuestro matrimonio salió en
el New York Times, muchos se acercaron a mi sorprendidos, amigos íntimos
a los que había mentido. No podía evitarlo", ha asegurado.
"¡Lo conseguiste, cariño!"
Windsor, nacida en Filadelfia en 1929, había preparado tres
discursos, por si perdían, por si ganaban o por si se quedaba en un
punto medio. Pero tras el veredicto ha sentenciado: "Teníamos el derecho
a ganar, creo que nuestros argumentos eran sólidos y todos los demás
estaban locos". El triunfo para ella por encima de todo, es justicia
poética de un amor que vivió toda la vida oculto y que por fin pudo
hacer público en 2007, al casarse con Thea Spyer en Canadá. Necesitaron
ocho personas que ayudaran a Spyer a montarse en el avión, pues sufría
de esclerosis múltiple, y dos años después de la unión, falleció.
Windsor ha dicho que podía imaginar a Thea diciéndole "¡lo
conseguiste, cariño!" y recordó que su relación se basaba "en un
increíble respeto mutuo" y en dos consignas: "la mía era no posponer el
disfrute, la suya mantener el amor 'caliente'", ha bromeado. "Gracias a
la decisión del Tribunal Supremo, cada niño que nazca podrá crecer en un
mundo sin la Ley de Defensa del Matrimonio, un mundo donde el gobierno
federal no los discriminará por sus matrimonios, sean con quien sean",
ha dicho.
Windsor, que reconoció que para ella matrimonio es "una
palabra mágica", en su futuro y pese a la euforia del momento, solo
quiere tranquilidad, que será su manera de saborear la victoria. "No me
quedan muchos años y tengo ganas de relajarme un poco", ha concluido.
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