2010/03/24

20100324 . ZUEN ZERUA, GURE INFERNUA!!!

 El Roto | El País, 2010-03-24
  • El religioso preso en Chile creía "socialmente aceptado" el abuso 
  • Arregui no es consciente del daño causado a los niños y ve naturales sus actos. La fiscalía pide para él tres años de prisión efectiva en el juicio que empieza hoy. El informe psicológico retrata a alguien "agresivo" y "manipulador". España aguarda a la sentencia chilena para decidir si pide su extradición 
  • El País, 2010-03-24 | María R. Sahuquillo | Madrid
    José Ángel Arregui Eraña (Bilbao, 1957) no reconoce el daño que ha podido hacer a otros. El religioso español preso en Chile acusado de posesión de pornografía infantil ve natural su comportamiento. Se esfuerza en describir lo que ha hecho -incluidos los presuntos abusos a menores que filmó en varios colegios en España- como algo aceptado socialmente. Así lo afirman los informes psiquiátricos encargados por la fiscalía chilena, a los que accedió EL PAÍS.

    Este miembro de la congregación de los Clérigos de San Viator, que llegó a Santiago de Chile para cumplir su sueño de dar clases en la Universidad, se sienta hoy en el banquillo en el juicio por almacenamiento de pornografía infantil. La fiscal pedirá para él la pena máxima por este delito: tres años de cárcel. Recomendará, además, que los cumpla en prisión. Los análisis psiquiátricos desaconsejan que pase parte de su pena en la calle. Su comportamiento "hace que cualquier medida de libertad vigilada sea "ineficaz", dicen los médicos. Sostienen que Arregui intenta creer que su comportamiento era normal. "Los niños se prestaban para eso", dice.

    El religioso dio información sobre su personalidad y sobre sus actividades sexuales pero se negó a dar detalles de los abusos por indicación de su abogado -uno de los más caros del país-, pagado por la congregación de San Viator. Un gesto que hace sospechar a los psiquiatras y a Fiscalía de un intento de encubrir la situación. Los viatores, sin embargo, dicen repudiar unos hechos que no conocían.

    Al hermano Arregui le gustaba ver porno por Internet. Coleccionarlo. Se bajaba todo lo que podía, aunque prefería los vídeos de menores. Escenas fetichistas, sadomasoquistas... Dedicaba hora y media al día a revisar el material. Fue uno de esos vídeos de pornografía infantil lo que le llevó hace siete meses a una cárcel chilena. Una investigación de la brigada del cibercrimen le localizó en una comunidad pedófila. Cuando fueron a detenerle hallaron, además de los vídeos que se había descargado, decenas de filmaciones en las que Arregui se había grabado mientras abusaba de menores a los que había dado clase en España. La Guardia Civil ha identificado a 15 presuntas víctimas.

    Los informes de los psiquiatras describen al religioso español como una persona "agresiva" y con un "discurso manipulador". Muy atrás quedó aquel niño enfermizo que ingresó con cinco años en un sanatorio para menores tuberculosos o enfermos, por su bajo peso. Uno de los recuerdos más tristes de una infancia "tranquila y feliz". Su padre, tornero, trabajaba mucho. Su madre, una mujer cariñosa pero de armas tomar, era quien se encargaba de la casa y de las cuentas. Sus dos hermanas, mayores que él, le consentían constantemente.

    A los 18 años un joven Arregui ingresa en la congregación Clérigos de San Viator. "Me llamaba la atención la ayuda a los demás y esas cosas", cuenta en una de las declaraciones a los médicos. Nunca le interesó ser sacerdote, así que se dedicó a tareas no religiosas. Por eso empezó a estudiar magisterio, y más tarde la especialidad de Educación Física. Siempre dentro de las escuelas de la congregación. A algunas volvería después como profesor. En 15 años pasó por siete centros viatores para dar clases de Lengua, Gimnasia, Religión o Sociales.

    "Lo de los vídeos fue después", reconoce Arregui en su declaración. Cuando la policía chilena le detuvo encontró en su poder 2.000 fotos y más de 400 horas de vídeo. Algunas de esas cintas eran las que el religioso español había grabado con cámara oculta mientras abusaba de menores. Filmaciones realizadas, según Arregui, entre 1992 y 2004. No explica cómo comenzó a hacerlo. Dice que fue algo progresivo.

    Al principio se dedicaba sólo a mirar. Descubrió que, como profesor de gimnasia, tenía gran facilidad para acceder a los niños sin que nadie se fijara en ello. Después comenzó a "experimentar". Para ello usó la excusa de su tesis doctoral sobre el crecimiento físico en la adolescencia. Pedía a los menores que participasen en un estudio que estaba realizando y les hacía una serie de mediciones. Así se desarrollaban los supuestos abusos. Sentía curiosidad por las reacciones de los chavales durante las sesiones. Reconoce que esta práctica le producía "cierto placer". Un "desahogo sexual".

    Ahora, años después, algunos de los menores de los vídeos de Arregui, hablan de sus prácticas. "Me sentía incómodo. Mi única idea era vestirme enseguida", narra uno de ellos a la Guardia Civil. Otro describe la situación como "muy agresiva". "Era desagradable. Tenía que introducirme el termómetro por el ano para medirme la temperatura", recuerda.

    El religioso que escogía a chicos de 12 a 14 años, asegura que los niños se prestaban a ello. Filmó abusos en tres centros (en Madrid, Vitoria y Basauri). Sin embargo, nunca hubo, según la congregación, denuncia oficial contra Arregui. Aunque muchos de sus alumnos de esa época pensaban que el religioso era "raro". "Nos olíamos algo. Había rumores de que le gustaba meter mano a los chicos", explica uno de sus estudiantes del San Viator de Madrid que prefiere mantener el anonimato. Algunos ex alumnos madrileños recuerdan especialmente un episodio. El día en el que Arregui, después de regañarles, tiró un montón de ejercicios y exámenes por la ventana. "Era bastante agresivo. Cualquiera le decía algo", dice uno de sus antiguos estudiantes, que critica que ningún responsable del colegio controlase al religioso. Para Arregui, sin embargo, la imagen de esos años es distinta. Cuenta que algunos de los "pocos" amigos que tiene son ex alumnos suyos.

    Las cosas cambiaron en 2004. Ese año Arregui deja las aulas: baja por depresión. Un estado que le conduce al borde de la muerte. Estuvo ingresado tres días por intento de suicidio. Tras meses de tratamiento volvió clase. En 2006 presenta su tesis doctoral. Obtiene sobresaliente cum laude.

    En 2008, ayudado por la congregación viaja a Chile para trabajar en la Universidad Santo Tomás. Sus expectativas duraron poco. Apenas dio clase durante un semestre. Después, por motivos que ni la Universidad ni la congregación en Chile han querido desvelar, perdió su trabajo. Y se vuelve a sumir en una depresión. Comienza un tratamiento psiquiátrico y empieza a trabajar en labores de contabilidad para los viatores en Chile. Apenas sale de la casa de la congregación, que comparte con otras tres personas. En Chile no tiene más amigos que los religiosos. "Ninguno de nosotros sospechaba lo que ocurría", dice Eduardo Millán, responsable de la congregación en Chile.Ahora, Arregui, además, está imputado en España por un delito de abusos sexuales a menores, por los vídeos que se encontraron en su casa. El juez que instruye el caso espera ahora la sentencia chilena para tomarle declaración y decidir si pide su extradición.

    El camino a prisión
    - Acusado. José Ángel Arregui Eraña fue detenido en agosto de 2009 en Chile por posesión de pornografía infantil. La fiscalía pide ahora para este religioso español tres años de cárcel.
    - Pornografía. El religioso, miembro de la congregación de los Clérigos de San Viator, tenía además decenas de vídeos caseros en los que se había grabado abusando de menores a los que dio clase en España entre 1992 y 2004.
    - Abusos. Arregui, que se sienta hoy en el banquillo en Chile, está imputado, además, por abusos a menores en España. La Interpol envió sus filmaciones caseras a la Guardia Civil, que ha identificado ya a 15 de sus presuntas víctimas.
    - Sin denuncias. El Viator nunca fue denunciado durante su época de profesor. Sólo ahora, una vez conocido el caso, consta una denuncia de un ex alumno en Huelva. Dice que el religioso le hizo "tocamientos".
    - Caso aislado. Los Clérigos de San Viator aseguran que no sabían nada de las actividades de Arregui. La comunidad ha enviado una carta a los padres de alumnos de sus colegios en España para asegurarles que lo que ha ocurrido con el religioso es "un caso aislado".

    • "La Iglesia dijo que era mejor para el niño solucionarlo en la comunidad"
    • El catequista que delató a un párroco denuncia la consigna para ocultar las agresiones sexuales P En España hay ocho curas condenados y 14 denuncias
    • El País, 2010-03-24 | M. R. S. | Madrid
    El día que Carlos Sánchez Mato se enteró de lo que había estado ocurriendo en su parroquia no lo podía creer. Un grupo de jóvenes catequistas había recurrido a él —antiguo catequista y coordinador de las actividades de la iglesia— para contarle que el párroco había abusado de uno de los niños a los que preparaba para su primera comunión. La familia del menor no quería denunciarlo. "Me quedé helado. Hablé con la madre del chico. Lo ratificó todo, pero no pensaban acudir a la policía. Habían hablado con los responsables eclesiásticos de la parroquia, incluso con el arzobispado de Madrid, de la que dependía, y les habían convencido de que lo mejor era silenciar el caso", cuenta Sánchez Mato.

    Han pasado ocho años desde entonces. Sánchez Mato decidió denunciar el caso por su cuenta, y su acusación contra Rafael Sanz Nieto, sacerdote de la vicaría IV, se tradujo en dos años de cárcel por abusar de un menor. El juez condenó, además, al Arzobispado de Madrid a pagar a la familia del niño 30.000 euros por responsabilidad civil. Es una de las ocho condenas a religiosos por abusos sexuales que se conocen en España. Ocho condenas y 14 denuncias ante la Fiscalía especial de la Doctrina de la Fe del Vaticano desde 2001, según explicó Charles J. Scicluna, fiscal especial en este organismo, a la web especializada Religión Digital.

    Sánchez Mato todavía se acuerda de aquellos días. "Fue una situación muy difícil de gestionar humanamente. Sobre todo, por la negativa de los padres a denunciar. Los responsables eclesiásticos les habían hecho creer que lo más conveniente para el niño era solucionarlo todo en el seno de la comunidad, con mucho cariño y apoyo. A él y a su hermano, además, les pagaban el colegio", cuenta. "Les hicieron creer que estos casos son dañinos además para la comunidad. Que los problemas, los trapos sucios, se lavan en casa. La Iglesia sostiene que lo mejor es silenciar los abusos", dice Sánchez Mato. Así, el Arzobispado de Madrid, cuando fue informado del caso, trasladó al sacerdote a otra parroquia. "A tan sólo 1,5 kilómetros de la nuestra", cuenta Sánchez Mato. Y más tarde, cuando saltó el escándalo a los medios, le destinó a un monasterio en Guadalajara.

    Sánchez Mato y otros miembros laicos de su parroquia fundaron entonces la asociación Iglesia sin Abusos. Recibieron amenazas y críticas de sus vecinos por perjudicar a la comunidad. La escena se ha repetido en otros casos de denuncias por abusos. En Pueblonuevo (Córdoba), los vecinos se manifestaron en apoyo al párroco José Domingo Rey, acusado y condenado a 11 años por cometer abusos sexuales a seis niñas a las que daba catequesis. No fue el único apoyo. El obispo de Córdoba le mantuvo en su cargo hasta el día que ingresó en prisión. O el de Edelmiro Rial, párroco de la diócesis de Tui (Pontevedra), condenado a 21 años de prisión por abusar de seis chicos, que además del apoyo de parte de su pueblo contó con el soporte del obispado de Tui-Vigo. "Nadie puede atribuir la infalibilidad de la sentencia", dijo el prelado.

    El amparo de la Iglesia a sus sacerdotes ha sido la razón por la que, según Sánchez Mato, no han salido a la luz más casos. Él ha conocido al menos otros seis en España. Ninguna de las víctimas ha optado, aún, por denunciar. Muchos deciden hablar tras años de silencio, cuando el presunto delito puede haber prescrito.

    Otras causas
    - En 2003, José Martín de la Peña, sacerdote de la diócesis de Alcalá de Henares, de 73 años, fue condenado a 10 años de cárcel por abusar de una menor nueve años.
    - Gregori Salgado, cura de una parroquia de Igualada (Cataluña), fue condenado en 2007 a dos años de cárcel por abusar de una joven con discapacidad física.
    - En 2002, Ignacio Lajas fue condenado a 16 meses de prisión por corrupción de menores. Era cura en Casar de las Hurdes (Cáceres). El alcalde del pueblo recogió firmas para apoyarle.

    • Que me pidan perdón
    • El País, 2010-03-24 | Jorge M. Reverte | Periodista y escritor
    El cura Bolita era el más frecuentador de niños en las Escuelas Pías de San Fernando, un colegio religioso situado en la calle Donoso Cortés de Madrid. Su técnica era muy depurada: cuando algún niño enredaba, le sacaba a la pizarra y le interrogaba, delante de todos los demás alumnos, con una voz melosa que provocaba pánico. Luego, le rebuscaba en los bolsillos del pantalón para ver si encontraba cromos o canicas que confiscarle. Se entretenía en la tarea, buscaba como si esos bolsillos fueran infinitos.

    El cura Laudelino no tenía esa manía. A Laudelino le gustaban otras cosas de los niños. Le gustaba torturarles. Por ejemplo, si había una pelea en el patio entre dos, ponía a un niño frente a otro (preferentemente si sabía que eran amigos) y les obligaba a darse guantazos de forma alternativa, sin que el que tenía el turno de recibir pudiera subir las manos para protegerse. Al principio, los niños se daban flojo, porque eran amigos. Y Laudelino les daba un guantazo como castigo por la flojera. Al cabo de tres o cuatro intercambios, los amigos se zurraban con el odio más profundo ante la sonrisa satisfecha de aquel cura que tenía las manos duras como palas de frontón.

    No sé si Bolita llegaba a situaciones extremas, porque yo tenía la fortuna de contar con dos hermanos mayores en el colegio que conocían sus aficiones y dejaban caer sobre él sus miradas vigilantes.

    Pero Laudelino no se cortaba con nada. Recuerdo, aún con dolor, cómo le subía a uno del suelo tirándole de las patillas, cómo propinaba patadas a un niño tumbado en el suelo. Tenía aquel tipo un largo repertorio de torturas que habrían servido de enseñanza a los honorables militares de la Escuela de Mecánica de la Armada de Buenos Aires. Que yo sepa, y me consta porque a lo largo de mi vida he conocido mucha gente, eso se hacía en muchos colegios religiosos de este país. Había abusos sexuales y torturas físicas. Y que yo sepa, nadie nos ha pedido perdón a los que sufrimos en aquellos tiempos semejantes asaltos.

    De la Iglesia católica española todavía no se ha escuchado ninguna petición de perdón en casi nada. Lo que se ha narrado en estas primeras líneas no es nada comparado con otros pecados, como el de azuzar al régimen franquista contra los comunistas, los masones y los judíos, que podían ser asesinados porque España era católica o no era. Sobraban.

    Y el pecado de silencio. ¿No supo nunca la Iglesia católica española que en la Alemania nazi se estaba exterminando a millones de personas porque pertenecían a una comunidad étnica, como los gitanos, o religiosa o cultural, como los judíos? Hay muestras más recientes de esos silencios, como el del clero vasco ante los asesinatos de españoles por patriotas de Euskal Herria.

    La Iglesia española está esperando a que pase la tormenta, a que escampe, por ver si se olvida el largo rosario de atrocidades que se han cometido en su nombre, desde su jerarquía, contra tantos ciudadanos indefensos. Unas veces, por ellos mismos, otras veces por sus fieles seguidores, que les pagaban con prebendas magníficas sus servicios. Franco les dio el monopolio de la fe, por ejemplo.

    ¿Es mucho pedir que nos pidan perdón? Ya veremos si se lo concedemos, pero les toca a ellos, a Bolita, a Laudelino y a todos los demás.

    • El Papa acepta la dimisión de un obispo irlandés acusado de encubrir abusos sexuales
    • John Magee, ex secretario personal de Juan Pablo II, presentó su renuncia hace un año tras ser criticado por su actitud pasiva ante las denuncias de pederastia en su diócesis
    • El País, 2010-03-24
    El papa Benedicto XVI ha aceptado la dimisión del obispo irlandés John Magee, de 73 años y ex secretario privado de Juan Pablo II, que presentó su renuncia hace un año tras ser acusado de encubrir los abusos sexuales en su diócesis, según han anunciado hoy fuentes del Vaticano. El eclesiástico irlandés se convierte así en el primer miembro de la alta jerarquía católica que acaba apartado debido a los presuntos casos de pederastia entre el clero irlandés. El escándalo ya se ha cobrado el cargo de otros obispos, como Dónal Brendan Murray, ex obispo de Limerick, dimitido el pasado diciembre.

    Magee, que fue secretario personal de Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, resultó salpicado a finales de 2008 por un caso de supuestos abusos sexuales. Al cargo de la diócesis de Cloyne, al sur de Irlanda, desde 1987, el obispo fue criticado mostrarse pasivo ante las denuncias de abusos que llegaban a su despacho. El Comité Nacional de Defensa del Menor irlandés le acusó en diciembre de aquel año de no haber sabido manejar adecuadamente los abusos imputados a dos sacerdotes de su diócesis. El obispo no sancionó a los supuestos pederastas y se limitó a trasladarlos a otros lugares. Tras las acusaciones, Magee dimitió en marzo de 2009.

    Entonces se permitió que Magee, nacido en Irlanda del Norte en 1936 y nombrado Maestro de Ceremonias Pontificias por el papa Wojtyla en 1992, conservara el cargo de obispo, aunque Benedicto XVI eligió al arzobispo Dermot Clifford como administrador apostólico para dirigir la diócesis.

    Miles de casos de abusos
    Se trata del último de los escándalos que han afectado la historia reciente de la Iglesia católica irlandesa, que en los últimos años ha sido acusada de encubrir numerosos casos de pederastia. Según las investigaciones, los abusos habrían afectado a 35.000 niños entre los años 50 y 80. Tan sólo en 2008, 26 diócesis irlandesas recibieron 56 denuncias por pedofilia cometida por religiosos. Sólo resultó incriminado un sacerdote.

    La dimensión del escándalo es tal, que el Sumo Pontífice pidió perdón el pasado domingo durante la oración del ángelus dominical en la plaza de San Pedro del Vaticano. Benedicto XVI pidió "perdón para el pecador, intransigencia con el pecado". Con todo, también recordó un pasaje del Evangelio en el que Jesucristo pronuncia la admonición de "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra" (que defendía a una mujer adúltera de ser apedreada). El mensaje sucedió un día después de hacer pública una carta pastoral en la que pedía disculpas por los abusos cometidos por los sacerdotes católicos irlandeses. Empleó las expresiones "vergüenza, remordimiento y dolor".

    El mensaje papal no ha convencido a las asociaciones de víctimas irlandesas, que se han declarado decepcionadas con las palabras de Benedicto XVI. "Sentimos que la carta se queda corta a la hora de tratar las preocupaciones de la víctimas", dijo Maeve Lewis, de la asociación One in Four. Lewis criticó que el Papa dirigiera sus críticas hacia los curas irlandeses de bajo rango pero se olvidara de la responsabilidad del Vaticano en los abusos sexuales de menores, no sólo en Irlanda, sino en todo el mundo. También lamentó que la misiva del Papa no pidiera la dimisión del primado de la Iglesia Católica irlandesa, el cardenal Séan Brady, como pedían las víctimas.

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