Soy de las que no les gusta el fútbol. No me refiero
al juego (he visto un par de partidos y, sí, comprendo el interés que
suscita como tal –aunque se me escapa que ese interés sea tan excesivo,
sobre todo comparado con el escaso o nulo interés que suscitan otras
actividades-). Lo que no me gusta del fútbol es todo lo demás.
Principalmente, los futbolistas. Es decir, el modelo de hombre que
fomenta el fútbol, la representación del mundo que sugiere a través de
esos hombres. El futbolista como modelo estético y mito erótico. Sé que
hay mujeres que juegan al fútbol, pero son ninguneadas de manera
sistemática y su esfuerzo deportivo es minimizado. Es más, ni siquiera, a
día de hoy, es concebible una mujer futbolista como modelo estético o
mito erótico: una mujer de complexión fuerte, de bíceps poderosos, de
piernas rápidas y potentes muslos. No suena nada mal.
Y, sin embargo, busquen en su navegador imágenes de “mujeres futbolistas”
y vean lo que aparece: mujeres desnudas, medio desnudas o sexualizadas,
sin ninguna pinta de ser futbolistas; novias, amantes y esposas de
hombres futbolistas, todas ellas en actitud o pose sexy. Encontrarán
alguna escena, pocas, de fútbol femenino. Comprueben también cuáles son
las primeras entradas en la web con esa búsqueda: “Las mujeres de futbolistas más sexys”; “Las mujeres más calientes de los futbolistas del Mundial”; “ Mujeres de futbolistas”. Es asqueroso. Cuando aparecen por fin mencionadas las mujeres futbolistas, el titular es este: “Las futbolistas
más bellas y sexys del mundo”. Y, por supuesto, lo que se destaca como
más bello y sexy no son sus bíceps o sus cuádriceps, sino sus pechos y
sus ojos maquillados. De su gesta deportiva, ni hablamos.
Ellos sí. Los futbolistas son héroes, campeones, estrellas. Son
titanes, glorias, semidioses. Son superhombres. Los futbolistas son los
grandes ídolos masculinos de nuestra época. Por brutos que sean, por
zafios que sean, por horteras que sean. No digo que no haya futbolistas
de otro tipo, digo que el modelo de futbolista que se vende
mayoritariamente es el que representa a un modelo de hombre detestable:
el gran macho. El macho imbatible, duro, escupidor. Por metrosexual que
sea. El macho macho: granítico, millonario, follador. Heterosexual,
claro.
Todo futbolista es heterosexual y liga con
tías esculturales (tías con tetas prominentes, aunque sean de plástico;
tías que no tienen celulitis en el culo, aunque no sean mujeres
futbolistas –que son, en realidad, casi las únicas mujeres en el mundo
que no tienen celutitis en el culo-). Según el modelo distribuido no hay
futbolistas gays. Según el modelo distribuido las futbolistas no son
lesbianas (las futbolistas sexys, claro, las otras sí: marimachos).
Es el modelo que ha tratado de combatir la FELGTB, a propuesta de las
entidades de deportistas LGTB Halegatos y Arcópoli, con la campaña
lanzada en Twitter a través de los hastags #LaLigaSinHomofobia,
#LaLigaSinBifobia y #LaLigaSinTransfobia. Denuncian la LGTBfobia en las
ligas de fútbol profesionales y su preocupación por que el mundo del
fútbol siga sin aceptar la diversidad sexual y de género. Hacen ver lo
llamativo que resulta que ningún futbolista profesional haya salido del
armario y, lo que es aún más grave, que ni siquiera hayan mostrado su
firme rechazo a la homofobia, la bifobia y la transfobia, como sí ha
sucedido, por ejemplo, en la Bundesliga alemana (es el caso del jugador
Manuel Neur, que ha mostrado su apoyo público a compañeros que han
declarado su homosexualidad).
La FELGTB solicita a
la LFP (Liga de Fútbol Profesional), a la RFEF (Real Federación Española
de Fútbol), y a las demás federaciones de otras disciplinas deportivas,
un compromiso de apoyo a campañas que erradiquen estas discriminaciones
(solo el Athletic de Bilbao ha colaborado hasta ahora en una campaña
así), y al Consejo Superior de Deportes que promulgue una Carta de
contra la discriminación LGTB, como han hecho ya el Gobierno francés o
el británico.
Amanda Rodríguez, coordinadora de
Arcópoli, pone el dedo en una llaga terrible: "Algo está fallando
cuando, si a un futbolista se le lanzan insultos racistas o xenófobos,
el mundo entero se vuelca en su defensa, como corresponde, pero, si a
otro le corea todo un estadio 'maricón', nadie se atreve a alzar la voz
en su defensa". También Rubén López, responsable de Deportes de la
FELGTB: "Hay que romper el último gran tabú de la homosexualidad en
España. Los futbolistas deben mostrar su apoyo a sus compañeros no
heterosexuales. España no puede ser la excepción europea y la LFP y la
RFEF deben implicarse".
Mientras no haya al respecto
una voluntad clara de las instituciones, una postura firme de las
instancias deportivas españolas, seguirá transmitiéndose este modelo de
futbolista machote (o de futbolista marimacho) que resulta muy peligroso
para una sociedad donde el machismo es una lacra y se lleva
cotidianamente por delante la vida de las mujeres. Un modelo pernicioso,
dado que (por incomprensible que me resulte) el gran ídolo de nuestro
tiempo, el gran mito erótico, es ese hombre que juega al balompié. Ese
hombre, señores, que acaso sea un maricón.
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