2013/05/30

EL PAIS: Los primeros españoles que se casaron: “Les decimos: ‘Id a la guerra”

El primer matrimonio gay de España dice a a los novios franceses: "Tienen que exigir respeto"

Emilio Menéndez y Carlos Baturín recuerdan su boda en julio de 2005

Emilio Menéndez y Carlos Baturín fueron los primeros gais que se casaron en España hace ocho años. Son los Vincent y Bruno que este miércoles contraerán matrimonio en Montpellier (Francia). Los españoles dieron el "sí, quiero" el 11 de julio de 2005 en Tres Cantos (Madrid). Alrededor, amigos, familia y periodistas mascando la historia y la emoción.
Los franceses se casan entre 100 policías. Las concentraciones de cientos de miles de personas y la violencia homófoba han precedido la aprobación de la ley. Los ataques y concentraciones siguen. Mientras, Vincent y Bruno comparecen delante de la alcaldesa de la ciudad para cambiar de estado civil. En España, por el contrario, hubo una manifestación masiva pero pacífica contra el matrimonio homosexual. Acudieron los representantes máximos de la Iglesia y altos cargos del PP, pero no el jefe de la oposición, Mariano Rajoy. Y eso que España, hace ocho años, se contaba entre los pocos países en que se permitían las bodas gais.
Emilio, un escaparatista de 59 años, manda un mensaje a la pareja francesa: "Tienen que ser valientes. Nosotros lo tuvimos muy fácil, ya lo sabes. Pero ante la intolerancia hay que plantar cara. Ellos tienen que ser los primeros en sentirse merecedores de respeto, y exigirlo. A mis 59 años, casi 60, yo les digo, 'id a la guerra'. Nos ha sorprendido la reacción allí, pero Francia es el país de Le Pen y de Lefevre, entiendo que hay una burguesía muy carca".
 
"Yo les doy la enhorabuena y les deseo mucha felicidad", dice por su parte Carlos, un psiquiatra de ascendencia estadounidense, mayor que Emilio. Desea que la violencia francesa se quede solo una explosión inicial. "Puede que sea una ofensiva contra el presidente francés, François Hollande, aprovechando que su gestión está siendo muy criticada". Le sorprende, tanto como a su marido, el clima galo contra las bodas igualitarias.

30 años, cuatro meses y 28 días

El escaparatista y el psiquiatra españoles deseaban contraer matrimonio cuanto antes. Estaban hartos de esperar. Tanto como 30 años. Así que fueron los primeros en ir al Registro Civil a arreglar los papeles, y sortearon todos los obstáculos. El deseo de ascender en dignidad les llevó a escribir la historia el 11 de julio de 2005. A las 18.11 de aquel día de calor infernal, un concejal de IU de Tres Cantos (Madrid), José Luis Martínez, pronunció una frase inolvidable: "Carlos y Emilio, yo os declaro unidos en matrimonio".
La hermana de Emilio pidió al edil el favor. “Era amiga mía y me preguntó si podía casarles. ¡Por supuesto!, le dije”. La frase aún resuena en su memoria. “Fue un momento mítico de España. Estaba emocionado: entonces era algo que no era normal y que hoy, por fortuna, ya lo es”, evoca. “Oficié la boda con la satisfacción de haber participado en algo que dice mucho sobre la igualdad y la libertad”, añade el hoy coordinador de esta formación en Tres Cantos. Fue su única boda gay. La que dio inicio a todo, por otro lado.
 "Recuerdo cada momento", dice Carlos, ocho años después de aquello, hablando desde el gimnasio, al que acude a diario ahora que está retirado. "Cuando cogimos el coche -un pequeño Twingo- y nos llamó Boris Izaguirre para entrevistarnos de camino a Tres Cantos, nuestra entrada por el ascensor..." La pareja tuvo que llegar por el sótano del Ayuntamiento, porque periodistas de todo el mundo (más que invitados) les esperaban. "Sí, se dice muchas veces, pero sigo recordando aquello como el sueño que se repite durante 30 años y se cumple. Hay una foto muy bonita, en la que yo me estoy apoyando en el hombro de Emilio y le dije: "Mira la que hemos montado"
Emilio va camino al trabajo mientras rememora: "Fue el triunfo de conseguir algo por lo que estuvimos luchando desde siempre, la felicidad. Recuerdo la frase por la que nos declararon casados, tenía curiosidad por saber como se formularía. Después abracé a mi madre, y me dijo: "Se acabaron los insultos, hijo".
Han pasado ocho años casi. Emilio tiene el pelo cano y usa gafas. La madre, aquella mujer católica que les regaló un crucero por el Adriático de viaje de bodas, ha fallecido. Muchos de sus seres queridos, también. Carlos se ha jubilado y pasa más tiempo en el gimnasio. Miles de gays y lesbianas han seguido sus pasos. Emilio lleva una alianza que le equipara en derechos con cualquier homosexual pero, ¿realmente se acabaron los insultos?
"No, yo me siento insultado cada vez que abre la boca Rouco Varela, lo siento cuando dicen 'Pero bueno, los homosexuales ¿para qué se quieren casar?' y me pregunto, ¿es que soy un perro? Lo que ocurre es que en España la homofobia está más encubierta que en Francia. Aquí aseguran que defienden la familia en vez de decir abiertamente que no quieren que tengamos los mismos derechos. Como si los heterosexuales no se pudiesen casar porque sí lo hacen los gais. Yo creo que piensan que somos gentuza y que si la gentuza entra en la institución, esta se devalúa".



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