La iniciativa de Hollande provoca un alud de críticas de la derecha y del mundo religioso
Los franceses dan por hecho que la imagen de una pareja
del mismo sexo vestida de boda y saliendo del juzgado será frecuente y
normal a partir de febrero de 2013, cuando el Parlamento apruebe la ley a
favor del matrimonio y la adopción homosexual. Pero hasta entonces, los
partidos conservadores y los representantes de las distintas religiones
mostrarán su oposición airada a esta medida, la primera que el
socialista François Hollande pone en marcha de su programa social seis
meses después de acceder a la presidencia.
El Consejo de Ministros dará hoy su visto bueno al
proyecto de ley, que la Cámara francesa ratificará sin sorpresas ya que
la mayoría de izquierdas garantiza el éxito de esta iniciativa. Hasta
ahora, la única unión legal entre homosexuales en Francia es el Pacto
Civil de Solidaridad, una forma de unión aprobada en 1999 bajo el
Gobierno del también socialista Lionel Jospin.
El apoyo de los franceses al matrimonio gay tiene
diferentes lecturas si mira desde la izquierda o desde la derecha. El
diario 'Le Monde', de orientación socialdemócrata, subrayaba que en 1995
el 51% aceptaba la unión entre personas del mismo sexo, mientras que en
un sondeo reciente el porcentaje sube hasta el 58%. En cuanto a la
adopción, un 39% se mostraba partidario en la primera fecha, cifra que
llega en la actualidad al 52%.
Por el flanco conservador, el periódico 'Le Figaro'
anunciaba ayer que el sostén al matrimonio gay había perdido fuerza
respecto a 2011, cuando los apoyos suponían el 63% de los mayores de
edad en Francia.
Representantes cualificados de las religiones musulmana,
judía, ortodoxa y católica se han posicionado contra el proyecto de ley
de Hollande. El arzobispo de París y presidente de la Conferencia
Episcopal francesa, André Vingt-Trois, alertó en su homilía del pasado
sábado de que la adopción por parejas de homosexuales va contra «el
derecho de los niños a vivir con un padre y una madre».
El alcalde del distrito octavo de París, que casó a
Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, ha dicho que si se abre la puerta al
matrimonio gay, también se podrían legalizar los matrimonios
consanguíneos, la pederastia o el incesto, «que son corrientes en el
mundo».
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