EL PAIS:La ampliación de libertades provocó una fisura en el partido que ni siquiera mostraron sobre la guerra de Irak
El Tribunal Constitucional ha avalado una ley que consagra la plena
igualdad de los homosexuales, como cabía esperar de quien vela por una
Carta cuyo primer artículo obliga al Estado español a defender la
libertad, la justicia y la igualdad (por ese orden). Lo que se denomina
"matrimonio homosexual" -o, mejor, "igualitario"- no constituye tanto
una nueva legislación cuanto la apertura del matrimonio establecido a
parejas de cualquier sexo o género. La medida permite que las personas
tengan libertad para regular su convivencia y propiedades, y trata a las
parejas homosexuales en igualdad de condiciones que las heterosexuales;
es difícil comprender dónde podría residir la inconstitucionalidad.
Tradicionalmente se ha sostenido que la discriminación constituía una
falta de igualdad, lo que es cierto, pero también mostraba una
privación de libertad para organizar la vida y proteger a los menores
que integran las familias homoparentales; quizás, por eso, la aprobación
de la ley, por el Gobierno del PSOE en junio de 2005, quebró la unidad
del Partido Popular en temas sociales. El recurso de
inconstitucionalidad se presentó por imposición del líder en el límite
del plazo disponible y con la disidencia pública de personalidades que
iban de Alberto Ruiz Gallardón hasta Celia Villalobos, sin olvidar a
Esperanza Aguirre. Posiblemente fuese esta ampliación de libertades lo
que provocó una fisura que ni siquiera mostraron los populares ante la
participación española en la guerra de Irak; este desacuerdo constituye
el motivo interno por el cual los portavoces del PP han dicho que el
partido acatará la sentencia del Constitucional.
Al interno debe añadirse un motivo externo, de tiempo histórico. Si
los populares recortan alguno de los derechos políticos que actualmente
disfrutamos los homosexuales, la medida tendrá carácter temporal puesto
que el PSOE, cuando vuelva a la Moncloa, restituirá lo eliminado. Por lo
tanto, el retroceso será estéril en el largo plazo salvo en un punto:
situará al PP como acérrimo enemigo de los homosexuales (al nivel, por
ejemplo, de la Iglesia católica). No solo eso: en un momento donde el
matrimonio igualitario se extiende por el planeta -el gobierno francés
ha anunciado su aprobación esta legislatura- los populares serán
responsables de una disminución de derechos en su país. Ni una cosa ni
la otra resultan fáciles de afrontar para un partido que intenta
legitimarse con un discurso que represente al conjunto de la ciudadanía.
Javier Ugarte Pérez es doctor en Filosofía. Acaba de publicar Las circunstancias obligaban. Homoerotismo, identidad y resistencia (Egales, Barcelona-Madrid)
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