DEIA:La medida, prometida por Hollande, suscita la oposición de la derecha y confesiones religiosas
París. El Gobierno francés
presentó ayer el proyecto de ley que legaliza el matrimonio homosexual,
el primer paso de esta reforma social prometida por el presidente,
François Hollande, que tiene por delante un gran camino legislativo y
que cuenta con la oposición de la derecha y de diferentes confesiones
religiosas. Considerada como la primera gran reforma social del mandato
del presidente socialista, el matrimonio homosexual cuenta con el
respaldo mayoritario de los franceses.
Hollande lo consideró "un paso más hacia la igualdad de
derechos" y "un avance hacia la seguridad jurídica y la solidaridad de
las personas que eligen casarse y de sus hijos", según relató la
portavoz del Gobierno galo, Najat Vallaud-Belkacem, al término del
Consejo de Ministros en el que se presentó el proyecto. El texto entra
ahora en un largo trámite parlamentario, que el Ejecutivo ha decidido
retrasar a enero próximo para dar más margen al debate, y en el que se
verán las posiciones enfrentadas de progresistas y conservadores.
Los sondeos revelan que la sociedad francesa pide de forma
mayoritaria el matrimonio homosexual, pero es menos categórica a la hora
de reconocer su derecho a la adopción. El vespertino Le Monde
publicaba ayer un sondeo que revela que el 65% de los franceses son
favorables a las bodas entre personas del mismo sexo, pero solo el 52%
cree que deben poder adoptar. Por ese flanco, la conservadora Unión por
el Movimiento Popular (UMP) espera debilitar al Ejecutivo y pide que se
abra un debate sobre el derecho a adoptar.
No es lo único que piensan hacer los conservadores. Muchos
alcaldes ya han avisado que no celebrarán estas bodas y 15.000 de ellos
han firmado una petición para que se reconozca su derecho a la objeción
de conciencia. El presidente del grupo parlamentario de la UMP,
Christian Jacob, aseguró que derogarán la ley si llegan al poder. El
diputado ultraderechista Gilbert Collard en la Asamblea pidió un
referéndum para inscribir en la Constitución la prohibición del
matrimonio homosexual. Incluso en el seno del Partido Socialista (PS)
algunas voces piden que se profundice en el debate sobre la
homoparentalidad, lo que promete semanas de dura pelea parlamentaria
antes de la aprobación definitiva de la ley.
La Iglesia No obstante,
los ataques más virulentos han procedido de la Iglesia católica,
confesión mayoritaria en Francia, y que ha decidido poner todo su peso
ideológico para evitar que se apruebe una ley que, a su juicio, "haría
tambalearse uno de los fundamentos de la sociedad e instauraría una
discriminación entre los hijos". Así lo expresó el pasado sábado el
presidente de la Conferencia Episcopal francesa, André Vingt-Trois, que
pidió a los fieles que traten de influir en los diputados para que no se
adopte la ley. El Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM) tampoco dio
su respaldo al texto, que contraviene "la jurisprudencia islámica",
pero mostró su respeto por el laicismo francés y señaló que las reglas
religiosas no deben oponerse a las civiles.
El proyecto de ley del Gobierno tampoco satisface plenamente a
las asociaciones homosexuales, que consideran que no iguala totalmente
sus derechos a los de los heterosexuales. El portavoz del colectivo
Lesbianas Gays Bi y Trans (LGBT), Nicolas Gougain, aseguró que esperan
que en el debate parlamentario se eliminen esos agravios. El texto
supone para los homosexuales un avance con respecto a la actual unión de
hecho, que no les reconocía la posibilidad de adoptar ni las ventajas
fiscales del matrimonio.
Pero LGBT hecha de menos que el texto reconozca el derecho de
los homosexuales a acceder a la reproducción asistida o que no equipare
la custodia compartida entre los dos cónyuges cuando uno de ellos
tuviera un hijo antes del matrimonio. "Hoy [por ayer] se ha dado un paso
importante, pero no vamos a parar hasta que se reconozcan todos
nuestros derechos", aseguró Gougain.
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