2010/04/27

20100427- El volcán Islandés

Quién está castigando al país de lava que osó elegir como presidenta a una lesbiana sindicalista de izquierdas? «I hate Island», berrea un inglés borracho y valga la redundancia, atrapado en el aeropuerto por las cenizas que el volcán islandés arroja a los pasillos aéreos. ¿Es identificable ese memo a ese otro clérigo iraní que atribuye la cosa al pecado lésbico de la primera ministra islandesa Johanna Siguroardottir, casada con la dramaturga Jonina Leosdottir? Y los exabruptos del turista y del ulema, ¿conectan con esa tradicional línea de pensamiento tonto que atribuye los desastres naturales a unas divinidades cabreadas? Y en consecuencia, ¿cuánto tardará la Gaceta de las JONS en cargar la erupción en la espalda de ZP?

Islandia es un país partido en dos por una brecha. El suelo de Islandia se ha ido formando por acumulación de cenizas provenientes de la grieta que atraviesa el país de sur a norte eructando magma a borbotones. En Islandia te colocas con las piernas abiertas encima de la raja, y una pierna va para adelante y otra para atrás, que cada placa va a su aire. Es lo mismo que ocurre en el sur de Nueva Zelanda o en el suroeste de USA, lugares en donde los labios de placas diferentes se enfrentan y chocan para arrearse besos como terremotos.

 La lava suele salir por ahí, a refrescarse en las playas adyacentes, y a dejar sin vuelos al inglés. En mitad de esas grietas, cuyos bordes friccionan entre sí, la tierra hierve, y basta cavar un agujerito para cocinar en el suelo una fabada a la plancha sin gastar un duro en butano. Hay unos cuantos sitios de la tierra que poseen similares características. En el Caribe, sureste de Turquía, Filipinas o Japón, los topes de placas diferentes se juntan y pivotan de cuatro en cuatro, bailando al son que tocan la rotación y traslación de nuestro planeta, vagabundo del oscuro. En 'Earthquakes', en internet, dan cuenta a diario y al minuto de la localización, frecuencia e intensidad de cada sismo que sufre la corteza terrestre, corteza cuarteada como los limos de un charco reseco. Aunque ahí no hablan de dioses retrógrados que fustiguen con terremotazos a los gobiernos de gays.

Nos irrita ese volcán porque, urbanitas sin cerebro, tenemos olvidado que del polvo, «pulvis sumus et in pulverem reverteremus», sale la vida. Y también porque habituados a que todo venga precocinado, tenemos olvidadas las ventajas que reporta un buen polvo, venga éste de donde venga.

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