Pancarta contra la homofobia en el desfile de San Patricio por la Gran Manzana./ AFP |
Dicho y hecho. El alcalde de Nueva York, el demócrata Bill
De Blasio ha consumado su boicot al tradicional desfile de san Patricio
–patrón de Irlanda y uno de los símbolos del catolicismo en Estados
Unidos– en Manhattan, lo que no ocurría desde hace 20 años. Sus
antecesores, los republicanos Michael Bloomberg y Rudolph Giuliani, no
faltaron nunca la cita, muy querida para la numerosa e influyente
comunidad irlandesa, que exhibe con orgullo su origen. Caben todos los
orgullos, menos el gay. La decisión del regidor de la ciudad de los
rascacielos se sustenta en la decisión de los organizadores de prohibir
los símbolos homosexuales en la cabalgata. La herencia católica es
fuerte, pero se va adecuando a los nuevos tiempos en una sociedad cada
vez más moderna y multicultural. Incluso en la conservadora Irlanda.
De Blasio ha roto muchos esquemas desde que llegó a la
alcaldía de Nueva York, nada menos que con el 75% de los votos, tras una
dura pugna en las primarias de su partido con otros candidatos, entre
ellos, una lesbiana, Christine Quinn. La expresidenta del Consejo de la
Ciudad de Nueva York ya boicoteó el desfile en 2006 después de sus
desencuentros con los organizadores, la Antigua Orden de Hibernias, que
no la autorizaron a lucir un pin del orgullo gay. También la mujer del
alcalde era lesbiana, según asegura, hasta que conoció a De Blasio.
Ahora conforman una familia multirracial y liberal. Ella es una
aguerrida feminista afroamericana. Su hijo Dante luce una melena 'afro' y
su hija Chiara suele aparecer con piercings en una ceja, las orejas y
la nariz. Pero más allá de su estética moderna o hippy, lo que exhiben
son una ideas muy progresistas en favor de la diversidad y contra la
desigualdad.
El alcalde creció en Boston, un enclave irlandés y católico
por excelencia, por lo que no le es ajeno la influencia del 'lobbie'
irlandés en América, donde miles de inmigrantes se asentaron por oleadas
hasta conformar una comunidad de más de 36 milones de personas.
Ayudaron a instalar a J. F. Kennedy en la Casa Blanca, el primer
presidente católico de Estados Unidos, en un país de fuerte raigambre
protestante, los pioneros, que construyeron el país con una biblia en la
mano. Pero las cosas cambian.
En Estados Unidos hay cerca de 77 millones de católicos,
una cuarta parte de la población. La última encuesta del Centro de
Investigaciones Pew constató que el 85% de los católicos norteamericanos
tienen una visión favorable del Papa Francisco, una aprobación similar
que se da en la población en general. Benedicto XVI consiguió un 83%,
pero Juan Pablo II llegó al 90% en su mejor momento de imagen en EE UU.
Sin embargo, este entusiasmo no se ha traducido en más creyentes o en
más practicantes. Los últimos estudios del Pew, realizados con ocasión
de citas electorales, arrojan un crecimiento de la permisividad hacia
las uniones gays y hacia el aborto.
De Blasio no solo decidió boicotear el desfile, sino que,
además, participó el pasado 2 de marzo en una marcha alternativa bajo el
nombre 'San Patricio para todos', que desde el año 2000 reivindica la
inclusión de todos los colectivos ciudadanos en la fiesta. Al pulso del
inquilino del City Hall de Nueva York, se le ha unido el regidor de
Boston, Martin Walsh, el primer alcalde de origen irlandés en 20 años,
que tampoco participó en la cabalgata de su ciudad tras no lograr un
acuerdo con los organizadores para que permitiesen marchar a los
colectivos homosexuales.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, recibe la bendición del cardenal Dolan en la catedral de San Patricio./ Reuters |
Quienes sí han desfilado en Nueva York han sido las bandas
de música y de gaitas –algunas de Asturias–, las 'majorettes' y los
cuerpos de bomberos y Policía, entre los que hay muchos funcionarios de
origen irlandés. También miembros de las antiguas órdenes de Hibernia
–el nombre latino de Irlanda–, de marcado carácter religioso. En Irlanda
se ha convertido en una fiesta más laica. De hecho, los ecos de la
postura de Bill de Blasio llegaron hasta Dublín, que se vistió de rosa
en solidaridad con el movimiento gay. El desfile dublinés ha adoptado
desde hace varios años un tono más desenfadado y más carnavalesco, con
elementos de la cultura céltica y ritos más paganos.
Hasta las marcas de cerveza, que corre como ríos en esta
celebración, han tomado posición. Guinness se retiró del desfile de
Nueva York, al igual que Heineken, que piensa en verde –el color de esta
jornada– o la Sam Adams Boston Beer. Las cerveceras han aumentado la
presión sobre los organizadores, que han perdido gas. ¿Como la religión
en Nueva York? El alcalde, por si acaso, no se mantuvo al margen de los
festejos: ofició el desayuno tradicional en la residencias de Gracie
Mansion junto al primer ministro irlandés, Enda Kenny, y acudió a la
misa en la catedral de san Patricio, en la Quinta Avenida, en pleno
corazón de la ciudad. El gesto de De Blasio tuvo su recompensa. El
arzobispo de Nueva York, el cardenal Timothy Dolan, respaldó la
presencia de la comunidad gay en el desfile abogando por una jornada «de
unidad y alegría». Las cosas cambian.
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